¿Cuando el árbol cae y no hay nadie quien lo escuche, se oye?
Lo oye alguién más.
¿Lo oye alguien más?
Reconocer ese sonido eterno,
el martillo de la oreja,
rápido como avispón.
Como jugar gato con los ojos.
El limite de la idea de ser o no ser,
ganar o perder frente a uno mismo.
miércoles, 26 de agosto de 2009
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