viernes, 5 de junio de 2009

La edad del río.





La poesía es un sueño.

Elefantes.

Pensamos -¿Qué pensará el elefante?-

De lado a lado, cabezón y fuerte, con ojos tan grandes como el balance de la música,

hay un lugar para tus chistosos sonidos: eres amado.

¡Mójanos con tu trompa!


[El elefante en pareja es todavía más grande

que nuestra imaginación]


No nos ha mojado, el elefante sabio,

Se levanta increíble en dos patas.

Sorprendidos, le ofrecemos un maní,

pero cae entre sus muslos y

gira,
gira y gira,
gira y gira el maní.
[¡Es un reguilete!]

y el elefante se lo come.

El elefante satisfecho, descansa.


Perros

que hablan con los ojos,
que brincan, que ladran, que se acuestan, que duermen.

Siempre consigo, conmigo y contigo.

Res.
El estrés pasa como un río.

Ser res es serio.
Oír es ser suave.
Subir es ser fuerte.



Pájaro.

Habríamos de tomarle una foto cercana-cercana al pajarito para contar la historia de la grandeza animal pero el pájaro siempre despierto vuela inmediatamente.

Pienso y hago que mi cámara sea un pajarito.


Vacas
Otro día más, otra mañana de luz, otro comparsa en el camino.

Rumiar es buena digestión, los huesos sanos y

entonces

cruzar la puerta, el umbral,

andantes-soñantes,
alguien de frente, alguien enfrente.







Lobo.

Rápido y sagaz,
pieses veloces,

el lobo atraviesa los espacios.

En el límite que se extiende,
mira la historia donde
fue el más temido;

cada vez más fuertes,
cada vez más listos,

El último juego: el de uno mismo.
































El punto de la iguana es que no masca, pero bien que espanta.


Caballo.

Montado y rocinando,
el caballo corre.
Se detiene,
mueve la cabeza como sí estuviera leyendo o escribiendo.

La huella es amor, cada herradura una suerte de suerte.

Vamos
al cielo distante.



Mariposas

ensueños
nuestros.
En la esquina del ojo
un vuelo ciego.

Colibrí

que luchando llega a un baño mágico,

la flor/espejo donde se aprehende y desaprende.

Un pico tan largo como su velocidad,

y aletear hasta llegar a un nuevo páramo.


Jirafa.

Alta y humilde,
mira las hojas
que caen aleatorias.

¿Has mirado sus manchas
libres y revueltas?

Acabas de ver lo que se mueve, se pinta y se transforma.







Víboras.

Con ojos mortales
se contonean febríles para cambiar de piel.

Una y otra vez;
de colores vamos cambiando.

Lo mortal
del movimiento.




Oso.

Osos que manejan cochecitos
en el circo de la radio
cambiando de carril
escuchan.

Gatos.

Doce gatos en un cajón- -doce gatos son un sueño.


Toro.

En la plaza un domingo todos callan.

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